¿Dónde está mi plata cuando uso criptomonedas?
Como las criptomonedas funcionan únicamente de forma digital, puede parecer confusa la diferencia con el dinero digital del sistema financiero tradicional. A continuación te contamos qué vuelve único al dinero cripto.
Las dos caras de la moneda
Una de las primeras preguntas que nos surgen cuando comenzamos a indagar sobre criptomonedas es sobre su paradero, ya que, si son digitales, ¿Dónde se encuentran?
Cuando se trata de dinero físico, como billetes, esta pregunta es muy fácil de responder, ya que los billetes se pueden tocar, romper, incluso hasta oler. Sabemos dónde están: en nuestra billetera, en la alcancía, adentro del colchón. Existen físicamente.
Pero cuando se trata de dinero digital, la cosa cambia. ¿Dónde se encuentra el saldo de PayPal? ¿Y el del home banking? Podríamos responder que está en nuestra cuenta, pero vemos al instante que la forma de existencia es diferente que la del efectivo.
Al depositar dinero en un banco, a nadie se le ocurriría pensar que esos mismos billetes que depositamos van a ser los que retiremos cuando queramos realizar una extracción en un cajero.
Lo mismo ocurre al realizar una transferencia, el banco simplemente se encarga de descontar saldo de nuestra cuenta y -si el receptor es del mismo banco- agregarlo a la cuenta de destino.
De lo que se encargan estas instituciones financieras es -entre otras cosas- mantener el registro contable de todas las operaciones realizadas por todas las cuentas de los usuarios.
En todos los casos, cuando se trata del sistema financiero tradicional, necesitamos confiar que dicha institución financiera mantenga un registro fiel de todos los movimientos de dinero entre cuentas.
Con el efectivo, el sistema funciona diferente ya que en principio, es propiedad de quien lo posea, quien lo tenga en su poder.
Ahora bien, ¿es lo mismo tener dinero en nuestra cuenta bancaria “digital”, que tener criptomonedas, también “digitales”? La respuesta concreta es que no, no es lo mismo.
Lo mejor de los dos mundos
Uno de los aspectos más revolucionarios de las criptomonedas es el hecho de que por primera vez dejamos de depender de un tercero para poseer dinero de forma digital. Como dijimos antes, el dinero digital tradicional es saldo garantizado por una entidad financiera, es decir, por un tercero en el que hay que confiar de que hará las cosas bien.
En cambio, para utilizar criptomonedas no se requiere la confianza de un tercero. Veámoslo con un ejemplo concreto. Imaginemos que estamos en un lugar en donde el oro es utilizado como medio de intercambio. Vamos con nuestros 100 grs de oro y compramos mercadería en un almacén.
Las propiedades del oro hacen que el almacenero, con una balanza y un medidor de pureza de nuestro oro pueda corroborar que sean 100 grs de oro real lo que le estamos entregando.
En otras palabras, existen métodos de verificación objetivos que habilitan el intercambio entre individuos sin que haya un tercero de confianza entre ambas partes. Esto fue lo que se logró replicar de forma digital con las criptomonedas.
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Esta propiedad le otorga a las criptomonedas la liquidez típica del efectivo. A su vez, como su contraparte digital, estas también llevan un registro contable de todas las transacciones realizadas entre los usuarios.
Pero a diferencia del sistema tradicional, no hay que confiar en un tercero ya que el libro contable donde se registran es público y abierto para todos. Como todos los participantes de la red se encargan de almacenar dicho libro, se trata de un libro contable distribuído y descentralizado.
La evolución del dinero
Ya tenemos los elementos para responder a la pregunta inicial, ¿dónde está el dinero de las criptomonedas? El dinero en este caso, al igual que el dinero digital tradicional, es también “saldo utilizable” que poseemos en nuestra “cuenta”.
Pero a diferencia de una cuenta tradicional, en la versión cripto lo que tenemos es una billetera, compuesta por una dirección pública y una clave privada. La dirección para recibir dinero, la clave privada para gastarlo.
Cuando decimos que “tenemos criptomonedas” lo que en realidad tenemos es una clave privada que nos permite gastar el saldo registrado en una cuenta específica de una criptomoneda en particular. Si se trata de Bitcoin, poseemos la clave privada para gastar el bitcoin disponible, etc.
Por eso es muy importante ser conscientes de que en caso de comprometer la clave privada, estamos poniendo en peligro nuestro dinero. Al igual que el dinero en efectivo, quien lo tenga en su poder lo puede gastar.
Tenemos que saber muy bien donde se encuentra almacenada nuestra clave privada. Es aquí donde el mundo físico juega un rol importante. Si elegimos ser custodios de nuestro dinero -otro de los grandes logros que posibilitaron las criptomonedas-, la clave privada se encontrará físicamente en un dispositivo electrónico.
Se trata entonces de una situación dual: por un lado, nuestro dinero se encuentra donde sea que almacenemos la clave privada que nos permite gastarlo, ¿de qué nos sirve dinero que no podemos gastar?
Por otro lado, en la red, -es decir, en todos los nodos que ejecuten el protocolo- se encontrará la información que corrobora el saldo disponible en nuestra cuenta.