Monos, pinguinos y rocas: las claves para entender el nuevo boom de los NFTs
Autora: Diana Aguilar
El furor de los NFTs o tokens no-fungibles ha revolucionado el mercado del entretenimiento con la posibilidad de generar elementos únicos digitales de gran valor.
La ciencia de lo “no-fungible”
Un bien “no-fungible” es aquel que no puede ser intercambiado debido a ser éste único en su tipo. Cuando hablamos de tokens no-fungibles, nos referimos a una especie de ficha digital coleccionable que puede ser comprada pero jamás replicada idénticamente.
La nueva moda de los NFTs o token no-fungibles no es tan nueva como parece. La historia de los NFTs comienza en 2017, cuando el desarrollador y artista Dieter Shirley presentó el protocolo ERC-721.
Los tokens ERC-721 fueron creados específicamente como elementos originales en la blockchain de Ethereum, aunque ahora es posible crearlos en redes de otros proyectos. Su estructura tiene propiedades irrepetibles, específicamente información inmutable en la blockchain que actúa como un certificado de originalidad y permite a los usuarios confirmar que no existe otro exactamente igual.
El concepto de poseer algo no-fungible en la blockchain deriva de una necesidad de dar mayor accesibilidad a elementos originales y únicos -usualmente arte- extendiendo el mercado digital. Básicamente, estos tokens proveen una forma de invertir y poseer imágenes, videos o audios originales en formato digital.
Ver pero no tocar
El mercado de NFTs parte del mismo concepto que ya hiciera furor en otros elementos de colección, valiosos por su originalidad y el interés general que impulsa su precio. Estos tokens han sido descritos como arte intangible, siendo la versión digital de cualquier producto de colección al que se le confiera valor.
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Además, estos tokens se obtienen a través de videojuegos y plataformas de subastas, tocando la fibra competitiva de los coleccionistas.
Asimismo, la extensión del mercado de NFTs explora la totalidad del arte digital. La venta de imágenes, videos y audios únicos es un concepto que ha impactado especialmente el área del arte, entretenimiento y deportes.
Bajo estos estándares, cualquier cosa puede ser un NFT.
Monos, pingüinos y rocas
Y la medida para lo único y valioso varía extraordinariamente en este mercado. Los precios para estos tokens con el boom de los CryptoKitties impactaron con la venta de uno de estos por 170 mil dólares hasta la venta de “rocas mascota” (leíste bien: rocas mascota o pet rocks), por más de 300 mil dólares. Y no una roca de verdad: la imagen de una caricatura de una roca.
Un tipo de NFTs que han llamado especialmente la atención del público son pingüinos coleccionables. La colección de 8,888 tokens es descrita como “lindos y gorditos Pudgy Penguins deslizándose en la blockchain”. El valor particular de estos tokens son las características únicas en la imagen de cada pingüino, como su estilo de ropa o un “corte pelo mohicano”.
Uno de estos pingüinos fue vendido por más de 3 millones de dólares.
Otra tendencia reciente son los NFTs del “Club de Yate de Monos Aburridos” (Bored Ape Yacht Club). Este proyecto dice ir un paso más allá en su aporte de valor además de ofrecer imágenes originales, de acuerdo a un reciente artículo en el diario The New Yorker.
“Queremos que tu simio aburrido sea tu identidad digital”, dijo “Gargamel”, co-fundador del proyecto. Con esto se refiere a que los compradores de estos NFTs ahora pueden reconocerse entre sí al emplearlos como su avatar de Twitter y otras redes sociales.
Ha sido dicho que este tipo de clubes forman lazos en la comunidad crypto tanto por parte de público interesado como propietarios de NFTs. Un ejemplo de esto es el furor de coleccionables digitales emitidos para fanáticos del fútbol, así como otras comunidades creadas alrededor del concepto de “poner la piel en el juego”, apostando en el espacio de criptomonedas.
Puede que ese sea el verdadero valor final detrás de esta tendencia: crear comunidad en la Web 3.0... si puedes costearlo.