¿Qué es un contrato inteligente?
El concepto de “contrato inteligente” puede sonar confuso al principio, pero es más simple de lo que parece. Vamos a explicarte de manera exhaustiva cómo y por qué se crearon los contratos inteligentes, cómo se usan y por qué tienen el potencial para cambiar la forma en que interactuamos como sociedad.
Antes de sumergirnos en temas más técnicos, es importante hablar sobre la historia de los contratos inteligentes para entender el objetivo para el que fueron creados.
¿Cuándo nacieron y qué son los contratos inteligentes?
El experto en criptografía Nick Szabo fue quien acuñó en 1994 la idea de registrar contratos en forma de código de programación. La propuesta consistía en que un contrato entre dos personas pudiera activarse automáticamente cuando se cumplieran determinadas condiciones, dentro de una red confiable que estuviese completamente controlada por computadoras.
Quote: La criptografía consiste en técnicas que permiten modificar los documentos para que no puedan ser leídos por cualquier persona y se mantengan confidenciales. Esto aporta seguridad a la información que se desee manejar.
De esta manera, se podría eliminar la necesidad de la intervención de un tercero, ya sea un abogado, un banco o una empresa, a quien confiar la validez de una transacción. Sin embargo, no fue sino hasta 2015 cuando, de la mano de la fundación de Ethereum, pudimos ver los primeros contratos inteligentes en funcionamiento. Hoy en día ya son de uso cotidiano en esta red.
Un contrato inteligente es básicamente un programa de computadora que ejecuta órdenes bajo una lógica condicional. Es decir, si sucede un evento X, entonces el programa ejecutará la orden Y. Un ejemplo de esto aplicado a la vida cotidiana podría ser que se libere una cantidad de dinero a un empleado (orden Y) cada vez que se cumpla un mes de contrato (evento X).
Las condiciones del acuerdo entre las partes se escriben directamente en líneas de código. Esto hace que todas las transacciones hechas a través de contratos inteligentes sean rastreables, transparentes e irreversibles. Estas transacciones sólo ocurren cuando se cumplen las condiciones del acuerdo, por lo que se eliminan potenciales problemas de confianza, como temer ser estafado en la compra de un bien pagado por adelantado.
¿Cómo funcionan los contratos inteligentes?
Un ejemplo muy simple que se suele utilizar para explicar su funcionamiento es el de una máquina expendedora de bebidas. Una persona ingresa una moneda, elige una bebida y la máquina se la entrega. La máquina funciona de esa manera, no hay más opciones, no hay un tercero en quien confiar, no hay costos extras al valor de la bebida ni excepciones accidentales. Su funcionamiento es simple y directo.
La particularidad de los contratos inteligentes es que pueden contener directivas mucho más complejas y se ejecutan sobre una blockchain. Pero la lógica es exactamente la misma, solo que los contratos inteligentes son ejecutados automáticamente por una computadora una vez que se cumplen las condiciones del acuerdo. De la misma manera, si una persona no ingresa el dinero suficiente, la máquina no le entregará ninguna bebida.
Quote: Una blockchain es un registro de acceso público de transacciones virtuales. En el caso de las criptomonedas, funciona como una “hoja contable pública”.
¿Cómo se crean e implementan los contratos inteligentes?
Los contratos inteligentes se pueden construir en diferentes plataformas blockchain. La más conocida y utilizada por los desarrolladores es Ethereum. Allí los contratos inteligentes se desarrollan utilizando el lenguaje de programación nativo de la red, llamado Solidity.
Quote: Para aprender a programar en Solidity, una de las plataformas más recomendables es CryptoZombies. Es completamente gratuito y te permite crear tu propio juego de una forma divertida y didáctica.
Expliquemos un ejemplo: DAI es el resultado de un contrato inteligente programado en Ethereum. Cada vez que se emite DAI mediante el protocolo que lo rige se escribe una transacción representativa en la blockchain de Ethereum. También, cuando enviamos o recibimos DAI estas transacciones se registran en la misma red.
Más allá de DAI, las posibilidades se vuelven infinitas, porque un contrato inteligente puede invocar a otros contratos inteligentes, en donde enviar criptomonedas es una de las tantas posibilidades que existen. Además de transacciones de dinero y servicios financieros, existen contratos inteligentes de seguros, de autorización de créditos, contratos relacionados con procesos legales e incluso para acuerdos de préstamos.
¿No tenés cuenta en Buenbit? Registrate ahora en menos de 1 minuto 💥
¿Qué tan seguros son los contratos inteligentes?
Un contrato inteligente es un código computacional, y este código puede ser público también. Al ser un código abierto, si el contrato llegara a tener errores, problemas de seguridad o cualquier otra falla, eso sería visible para todos y se volvería un blanco de ataques.
De hecho, ha habido casos en que los contratos eran vulnerables y fueron atacados por piratas informáticos. Por eso es que siempre se recomienda investigar antes de interactuar con cualquier plataforma, saber quiénes están detrás de cada proyecto y chequear si su funcionamiento es probado y verificado.
Hay plataformas que existen hace años y se sabe que sus contratos inteligentes funcionan correctamente. Pero todos los días aparecen nuevas plataformas en las distintas blockchains, sobre todo a partir del auge de las finanzas descentralizadas (DeFi). Por eso desde Buenbit recomendamos que siempre hagan su propia investigación.
¿Qué nos depara el futuro?
Los contratos inteligentes ya han comenzado a reemplazar a los intermediarios (tanto empresas como personas físicas) y es difícil predecir hasta dónde llegará su desarrollo. El potencial que tienen para aplicaciones futuras es enorme. ¿Reemplazarán por completo a los bancos? ¿A los agentes inmobiliarios? ¿A los abogados?
Si los contratos inteligentes cumplen su propósito, no sería descabellado pensar que quizás algún día vivamos en un mundo libre de intermediarios. No solo nos ahorraríamos mucho dinero, sino que además tampoco necesitaríamos confiar en ninguna persona u organización con intereses propios ya que los contratos harían todo el trabajo. Se reduciría el fraude, las demoras y la burocracia en general que implican la infinidad de trámites que solemos realizar en nuestra vida cotidiana.