El futuro de las criptomonedas: las principales tendencias que vendrán este año

El futuro de las criptomonedas: las principales tendencias que vendrán este año

Su uso gana cada vez más lugar y ya se presentan como una alternativa diferente para realizar transacciones y como una forma de inversión en un contexto de fluctuación cambiaria. Qué le falta al sector para terminar de despegar y lo que se espera para los próximos meses.

Lograr una mayor inclusión financiera representa un desafío para la industria en todo el mundo, pese a que sus beneficios son claros. Todavía el 50 % de la población global (y local, porque la cifra en la Argentina está en sintonía con las métricas mundiales, según la Asociación de Bancos Argentinos) no está bancarizada. En este contexto, las fintechs apuntan a achicar el gap con soluciones innovadoras dirigidas a personas que se encuentran sub-bancarizadas o directamente excluidas del circuito financiero.

El surgimiento de estas startups disruptivas de base tecnológica crea oportunidades antes inimaginables. Ahora, los segmentos de la sociedad relegados pueden hacer uso de una amplia cartera de productos que estas empresas ofrecen sin la necesidad de tener una cuenta bancaria, cumplir los requisitos que exigen las entidades tradicionales a la hora de contratar sus servicios ni atravesar trámites burocráticos engorrosos.

Junto con el crecimiento de las fintechs, las criptomonedas también ganan terreno. La democratización de las monedas virtuales potencian el alcance de la economía digital a través de la tecnología Blockchain y su uso resulta ventajoso por distintos motivos. En los próximos meses, se espera que su utilización se extienda aún más.

PERSPECTIVAS DE CRECIMIENTO

Además de promover el acceso financiero, las criptomonedas combaten la devaluación de la moneda fiduciaria local, lo que las torna atractivas, sobre todo en un país como la Argentina, con una coyuntura macroeconómica fluctuante y limitaciones en la compra de divisa extranjera por el cepo.

Entre ellas, se encuentran las stablecoins como DAI, que nacieron a partir de la necesidad de controlar la volatilidad del Bitcoin. Constituyen una alternativa que ya se consigue en el país. Se pueden adquirir a través de una billetera mobile o por medio de las wallets que tienen incorporadas en las plataformas web.

Estas monedas conservan un precio estable a través del tiempo y resisten los vaivenes frecuentes del mercado cambiario, dado que su valor está anclado al de un activo de la economía física: a una divisa fiat (como el dólar o el euro), a un bien material (como el oro o una propiedad) o a otra criptomoneda.

Pese a que la utilización de stablecoins aún es incipiente, crece el número de adeptos y, poco a poco, se instalan como un método alternativo de pago y ahorro. Con el paso del tiempo, y a medida que gane una mayor popularidad, DAI podría reunir un capital mayor al que hoy mueve el Bitcoin. Según el informe “The State of Stablecoins de Consensys”, ya hay más de 200 monedas estables dando vueltas por el mundo. Por su parte, Vision Hill, una firma especializada en activos digitales, pronosticó que 2020 será “uno de los mejores años” para las criptomonedas, con la consolidación del mercado y más inversiones en capital y recursos humanos.

A nivel nacional, luego de conocerse el resultado electoral de las PASO en agosto del año pasado, el volumen de DAI aumentó un 2000 % en la Argentina, según datos de MakerDao, la organización que lanzó esta stablecoin en 2017. De igual modo, la adopción de criptomonedas en general avanza a paso firme en el país. En efecto, Buenos Aires posee el segundo mayor ecosistema de divisas virtuales del mundo, según un relevamiento de la revista Forbes. De hecho, es el cuarto país que más utiliza utiliza monedas digitales a nivel global, luego de Turquía, Brasil y Colombia. Así lo demuestra un ranking elaborado por la empresa de datos Statista. La última suba interanual de usuarios fue del orden del 50 % y los registros muestran cinco veces más consumidores que hace tres años.

En este sentido, el 79 % de los argentinos están dispuestos a adquirir criptomonedas y el 20 % ya las utilizan, según se desprende del estudio "Cryptocurrencies and the Future of Money" del Center for the Governance of Change (CGC) de IE University. El informe constató que el principal motivo de por qué su uso no se encuentra en un estado avanzado en el país no es la falta de interés, sino el desconocimiento sobre cómo comprarlas. Asimismo, un reporte de Accenture sobre el ecosistema fintech argentino evidencia que, de las 217 empresas fintech englobadas por la Cámara que nuclea en el territorio nacional a estas compañías, el 12 % opera con ellas (aproximadamente unas 25).

Debido al impulso que tomaron las criptomonedas en 2019, muchos se preguntan qué pasará este año con su precio. Para la plataforma Celsius Network, “el futuro es promisorio”. “Es uno de los pocos activos con oferta limitada, lo que garantiza su éxito a largo plazo. Fue muy rentable y el futuro será aún mejor”, sostiene un informe de la empresa, que pronosticó que, a inicios de 2021, el Bitcoin llegará a los u$s 30.000.

Mayo será un mes clave para el Bitcoin. El mundo de las finanzas digitales está esperando el próximo halving, la reducción a la mitad del número de monedas nuevas que saldrán al mercado y que es una regla establecida en el código subyacente de esta criptomoneda. Se espera que este fenómeno asegure la escasez de la moneda y mantenga, por lo tanto, en alza su cotización.

LO QUE FALTA

Aunque la Argentina no cuenta con una criptomoneda nacional como sí posee por ejemplo Venezuela, el año pasado el Ministerio de Industria de Misiones informó que se encontraba trabajando en la creación de la JellyCoin, una criptomoneda propia que formaría parte del proyecto de recolección de residuos “Colmena”.

La iniciativa fomenta la participación de los ciudadanos en la recuperación de la basura que proviene de los hogares. El objetivo es retribuir a los participantes por su cooperación. De esta manera, JellyCoin permitirá trabajar con los desperdicios como si fueran un “commodity” y los colaboradores cobrarán por recuperar residuos que pueden reciclarse. Ya existe un antecedente de esta propuesta: el emprendimiento cordobés Ecodocta. En este caso, la recompensa se concreta a través de una criptomoneda propia, llamada “docta”, que se halla en etapa experimental.

El precio del Bitcoin y la seguridad que ofrece, respaldada por la transparencia que asegura la cadena de bloques en el proceso de creación (“minería”), otorgan confianza a los inversores. El año pasado Bitcoin duplicó su valor en menos de 12 meses y se convirtió en el activo más rentable (pasó de una cotización cercana a u$s 4000 a comienzos de 2019 y terminó en aproximadamente u$s 8000 a fin de año).

El informe de CGC sostiene que la desconfianza por parte de la sociedad en las instituciones financieras tradicionales alienta el uso de criptomonedas. Pero aún así, indica que todavía hay un temor por parte de los ciudadanos en torno a la adquisición de criptomonedas que en parte se debe a la percepción que tienen de la escasa regulación del sector.

Un número importante de los encuestados considera que, hasta ahora, no se implementaron medidas eficaces para regular la actividad. Esto, sin dudas, desalienta su uso. Por eso, es indispensable generar un marco normativo, en cuyo diseño intervengan todos los actores de la industria, que promueva la democratización de las criptomonedas y la difusión de sus ventajas.

Si bien es incierto el devenir de su funcionamiento, su creciente uso tiene cada vez más una incidencia mayor en países con un sistema financiero volátil. A medida que el avance de la tecnología permita la globalización de plataformas y medios de pagos que acompañen esta dinámica, su utilización será moneda corriente.

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