Elon Musk y el consumo eléctrico de Bitcoin: ¿realmente es preocupante?
Autor: Gonzalo Mora.
A principios del mes de mayo se generó una gran incertidumbre sobre el consumo energético de Bitcoin a raíz de ciertas publicaciones de Elon Musk, ya que comunicó a través de su cuenta personal de Twitter que Tesla dejará de aceptar Bitcoin como medio de pago debido al "incremento preocupante en el uso de combustibles fósiles para la minería y las transacciones Bitcoin". No es la primera vez que se acusa a Bitcoin de ser un problema medioambiental de gran envergadura, pero, ¿qué tan reales son estas preocupaciones?
Una cuestión de perspectiva
La idea de que Bitcoin no es amigable con el medio ambiente está lejos de ser una novedad. Hace años que suele esgrimirse esta misma cuestión, principalmente cuando el precio de Bitcoin se encuentra en una fase alcista. Es por lo pronto una cuestión llamativa que una y otra vez surja esta objeción cuando los datos de la realidad demuestran lo contrario.
Por esto, quizá es más importante detenernos momentáneamente en el que aparece como el problema central detrás de dicha objeción. Y este no es otro problema que el hecho de establecer si Bitcoin logra ser un bien que cumple determinados fines o si simplemente es un activo altamente especulativo que solo sirve para venderselo a alguien más. En otras palabras, la cuestión entonces es ver si es legítimo gastar cualquier cantidad de energía eléctrica en Bitcoin o si no lo es.
¿Cómo saber entonces si es legítimo o no gastar energía eléctrica en Bitcoin? La solución sencilla es que no hay una respuesta correcta. Sería lo mismo que preguntarse si es legítimo gastar energía eléctrica en jugar videojuegos, mirar series por streaming, usar una computadora, etc. Depende de decisiones individuales.
Como mucho, si una sociedad en su conjunto considera que es preferible no consumir energía para una determinada actividad, pueden aplicarse impuestos, o multas que desincentiven su consumo. Pero al final del día, la realidad es que en el sistema en el que vivimos, esto se resuelve pagando el costo que ese consumo eléctrico genera. Cada uno decide en qué gasta la energía que consume. Después de todo, es importante recordar que el consumo eléctrico en sí mismo, no solo no es malo, sino que más bien es un indicador del desarrollo de una sociedad.
En el caso de Bitcoin, para quienes creen que efectivamente sirve como una alternativa al sistema financiero tradicional, entonces el consumo eléctrico que la red consume es simplemente un costo necesario que por supuesto vale la pena realizar. Los que defendemos esta postura, podríamos cuestionar cuánto es el gasto energético que el sistema bancario tradicional requiere para operar, contando todas las sucursales, la red de cajeros automáticos, el transporte armado del dinero, los servidores, la producción de la moneda, entre otros. Pero claro, este consumo bancario no es posible medirlo con la facilidad que se mide el consumo eléctrico de Bitcoin.
Por su parte, quienes piensan que Bitcoin no es ninguna alternativa a nada y sienten que el sistema financiero es aceptable así como está, claramente van a pensar que gastar energía eléctrica en Bitcoin es malo y el consumo energético del sistema financiero tradicional es aceptable —sea cual sea— ya que los beneficios que trae son mayores.
Esta disyuntiva es quizá incluso más fácil de observar con el caso de la minería de oro. Hoy en día, la cantidad de energía utilizada en esta actividad supera en órdenes de magnitud a la utilizada por bitcoin, y está muy alejada de caracterizarse por ser una actividad amigable con el medio ambiente. Sin embargo, ¿cuántos titulares vemos que planteen que minar oro es un gasto inútil de energía y extremadamente costoso para el medio ambiente?
Viendo que el problema quizá se encuentre en otra parte, veamos ahora, de todas formas, los datos que muestran que Bitcoin no solo no es malo para el medio ambiente, sino más bien que es parte de la solución a la crisis climática en la que nos encontramos
Bitcoin y el medio ambiente
Una de las cosas que no se suele tener cuenta es que Bitcoin al día de hoy, todavía es una red muy pequeña en términos absolutos. Según datos de Michael Saylor, el consumo eléctrico mundial ronda los 160.000 TWh anuales, de los cuales 50.000 son desperdiciados. En otras palabras, el 31% de toda la energía que se produce el mundo no se utiliza para nada, solo se desecha. Bitcoin consume aproximadamente 120 TWh anuales, esto es, alrededor de un 0,25% de toda la energía que se desperdicia anualmente.
Suponiendo el hecho de que Bitcoin cumpla con la función de ser un bien digital escaso que permite transferir valor alrededor del mundo con costos ínfimos, y que todo esto no alcance para legitimar tan pequeño gasto energético, veamos entonces qué tipo de energía es la que alimenta la red.
Aunque usted no lo crea, el 73% de la energía que utiliza Bitcoin proviene de fuentes renovables. Esto es así porque la energía renovable es muchísimo más barata que la que utiliza combustibles fósiles, y como los mineros necesitan encontrar la fuente de energía más barata para mantenerse rentables, son los primeros en impulsar el desarrollo tanto de tecnología eficiente como de mejores formas de aprovechar la energía renovable.
Una de las grandes desventajas de las fuentes de energía renovable es que se requiere de mucha infraestructura para almacenarla y/o transportarla, lo que usualmente deriva en energía desperdiciada. Gracias a la minería de criptomonedas, esta energía puede ser almacenada y vendida sin mayores inconvenientes, es por eso que muchas granjas de minería buscan instalarse cerca de fuentes de energía renovables, logrando que ambas partes obtengan recompensas.
Solo Musk sabrá porqué dice lo que dice y cuál es el verdadero motivo por el que Tesla dejó de aceptar Bitcoin, pero una cosa es cierta, y es que Bitcoin, lejos de ser un problema para el medio ambiente, forma parte de la solución. No es muy descabellado pensar que será una de las primeras actividades en ser completamente carbón-neutras. Los incentivos económicos en los que se basa, empujan claramente en esta dirección. Quizá va siendo hora de cuestionar seriamente cuál es el consumo energético efectivo del sistema financiero tradicional y si realmente está aportando alguna solución, o más bien es parte del problema.
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